Estas señales… no indican que es un mal médico

Hace nada vimos las señales para distinguir a un buen médico, verdad? Hoy vamos a ver otro tipo de «señales» por las que a veces nos dejamos llevar, tachando a un profesional de «mal médico» cuando no tiene por qué serlo.

Debemos tener cuidado con nuestros prejuicios, con confundir términos que nos pueden llevar a cambiar de médico pensando que es un pésimo profesional cuando, en realidad, estamos en las mejores manos.

Mi médico en Dubái

Mi nuevo médico (y quizá también el que tenía en España) es el perfecto ejemplo de lo que muchos pacientes llamarían mal médico. ¿Por qué? Pues porque es, al menos de primeras, un poco serio. Impone un montón y me hace sentir diminuta.

Sí. Ésa es una de las razones por las que nuestros médicos no nos gustan:

Mi médico es muy «seco»

Lo oigo mucho… Es normal que todos queramos médicos la mar de simpáticos y que ir a la consulta sea un rato distendido y esas cosas…

Pero no es nuestro colega. Es nuestro médico. Y su trabajo es serio.

Su trabajo es cuidarnos y procurarnos salud y una calidad de vida buena.

Muchos dicen que mi médico de Madrid es seco y, sí, de primeras lo parece, pero es que yo no voy a la consulta a echar un buen rato! Voy a que me diga cómo estoy, lo que hago mal y lo que podría hacer mejor.

Luego, cuando le conoces, todo cambia. Como en toda relación humana, hay que dar tiempo a la relación. Darle tiempo a tu médico para que te conozca y darte tiempo a ti para conocer a tu médico.

Tu médico no es la alegría de la huerta, pero ¿es bueno? ¿te trata bien? ¿sabe de lupus? Pues ya está! 🙂

Muchos encuentran un problema cuando su médico es serio y con poco sentido del humor: eso no les da la confianza que necesitan para hablar sobre sus síntomas o sus preocupaciones…

En mi opinión, es algo en lo que el paciente debe trabajar y superar (bueno, que el médico también lo hace o debe hacer por su lado, eh? Una relación es cosa de dos). Es como cuando, al principio, nos da vergüenza hablar de temas relacionados con el sexo, no? Lo superamos y lo naturalizamos porque hay veces en que necesitamos hacer consultas relacionadas con el tema. Con esto pasa igual.

Como pacientes también tenemos nuestros deberes, responsabilidades… y un trabajo que hacer 😉 .

No responde a mis e-mails

Ahhhh la eterna queja… Y es una que, personalmente, no me gusta que hagamos los pacientes.

Nuestro sistema sanitario no está preparado para la e-salud, ni la telemedicina ni nada que se salga de pedir una cita e ir presencialmente a la consulta.

Si tu médico te ha dado su móvil o su e-mail es porque es una gran persona! Porque ni su contrato ni su jefe le obligan a hacerlo.

Los pacientes tenemos, nos guste o no, unos cauces por los que ir: pedir cita e ir en el día y la hora indicados y, si hay una urgencia, ir a nuestro centro de salud o a las urgencias del hospital. Todo lo que se salga de eso es un favor que nuestros médicos nos hacen porque son la caña.

No responde a tus e-mails… vale, fastidia. Lo sé! Pero te has planteado el posible motivo?

Tenemos un sistema de salud que satura a nuestros médicos y les asigna unas citas tan breves que se acaban con sólo decir decirles cómo estamos…

Muchos médicos (seguramente la mayoría) no respetan esos horarios y dan a cada paciente lo que éste necesita… Y eso deriva en largos retrasos en las consultas y pacientes que se enfadan porque «mi cita era a las 10 y llevo más de una hora esperando».

La pregunta es bien fácil: ¿queremos esperar una hora y que nuestro médico nos atienda en condiciones, o queremos que sean puntuales y tener una consulta tan breve como un suspiro?

Tras los mil pacientes que ven cada día, nuestro médico termina su turno por lo menos 2 horas más tarde de lo que debería… Come tarde (tardísimo!) o no come porque seguramente tenga una sesión clínica en el hospi, tenga que darse una vuelta por su planta o mil historias más que sólo ellos saben.

Si no te responden a tu e-mail, lo siento mucho… Pero no es signo de que sea un mal médico. El sistema los tiene ahogados a los pobres. A ellos y a todos los profesionales sanitarios (o es que no escuchas las quejas de todos en los medios y las redes sociales?).

Mi médico «no sabe»

Los médicos tienen que saberlo todo, ¿no?

Pues no.

No pueden. Es imposible! Si fallan una, les ponemos la cruz y hala, a criticar.

Pues no. Mi médico me ha dicho muchas veces «no lo sé» y eso, precisamente eso, es lo que lo hace un gran médico: es sincero conmigo. Y es algo que agradezco sobremanera.

El lupus, y muchas autoinmunes, son un misterio aún para los investigadores… Hay veces en que nos dicen «no sé qué hacer ya contigo» porque prueban y prueban un tratamiento tras otro, pero nuestro organismo no parece reaccionar.

Hay veces en que no saben cómo nos va a sentar un tratamiento porque es imposible saberlo! Y yo prefiero que me diga la verdad a que me diga que me va a ir bien. Prefiero mil veces que me diga «no lo sé».

Alguna vez, durante mi ensayo clínico, le pregunté sobre un síntoma. «Doctor, es del tratamiento?» y me dijo que no lo sabía.

Y lo importante no es que no lo sepa, sino si lo va a investigar luego. Y mi médico, que es un buen médico, lo investigó y me dio una respuesta en la siguiente cita.

Que un médico consulte un vademécum en la consulta no es una señal de que es un mal médico. Deben hacerlo! Y, si les dejaran, deberían consultar sus fuentes de Internet cuando les salgamos con alguna de nuestras preguntas «locas».

Es imposible saberlo todo… Lo que sí han de saber son los tratamientos para nuestra enfermedad, los posibles efectos secundarios (de los que nos deben informar) y deben conocer nuestra historia clínica (bueno, algún desliz se les permite, no? Que nuestras historias clínicas son como una Biblia! 😉 )

A mí me encanta que mi médico me diga que no sabe. Como paciente agradezco esa sinceridad y humildad.

No me mira a la cara en la consulta…

Cierto… Es un punto importante que ya hablamos en otro artículo y que pusimos como una de las señales de que es un buen médico: que nuestro médico nos mire es vital para que en el futuro haya una relación y, sobre todo, empatía.

Aquí debemos alcanzar un equilibrio entre ambas partes: el paciente ser más tolerante con el hecho de que el médico tiene que escribir el informe de la consulta. El médico, por su parte, seguro que puede dejar de escribir un momento para mirar a su paciente mientras responde a alguna pregunta. El simple hecho de decir «habla, que te escucho» o levantar la vista del papel o PC y preguntarle algo relacionado con lo que dice ayuda mucho a que el paciente se sienta escuchado.

Por suerte o por desgracia, nuestros médicos tienen que escribir informes en la consulta. Así nosotros nos podemos llevar una copia y la otra pasar a nuestra historia clínica.

Pero sí. Hay ciertos puntos en los que un buen profesional debe dejar de mirar al papel o la pantalla: cuando su paciente le habla sobre cómo se siente y cómo le afecta la enfermedad; cuando le pregunta sobre los efectos adversos de una medicación o cómo será su vida en el futuro…

Un buen médico siempre te escuchará y te hará sentir escuchado.

¡Me ha dicho que (lo que sea)! ¡¿¡¿Te lo puedes creer?!?!

A veces el médico nos dice cosas que no nos gustan (o que no esperábamos oír). Eso ya, de por sí, es un motivo para que muchos no vuelvan a la consulta. Mi madre sería un buen ejemplo de este tipo de pacientes :p .

A nadie nos gusta que nos digan que hacemos las cosas mal, verdad? Pero es parte de su trabajo y a veces nos tienen que regañar porque tomamos el sol o no tomamos la medicación como debiéramos. Es parte del trabajo de cuidarnos y lo hacen con cariño. Lo hacen por nosotros.

Eso sí, que lo diga con respeto siempre. Pero no confundamos el respeto con la seriedad, ok? Es lo que hablábamos antes de que nuestro médico no es nuestro colega.

Por ejemplo, el Dr. Gil me echaba cada regañerón en la asociación!!! Me daba pánico mostrarle los artículos antes de publicarlos en la web porque sabía que me iba a sacar mil fallos.

Y mi médico de aquí ya os dije que también me echó una buena en la primera consulta. En la primera!!! Pero en lugar de indignarme y juzgarle, me hice mil preguntas sobre todo lo que me había dicho y el motivo de la regañina. Y aprendí. Mucho. Muchísimo!!!!

A veces nos hierve la sangre y eso nos impide plantearnos las cosas. Así que unos hielicos en vena, nos tranquilizamos, y pensamos en lo que nos ha dicho y por qué.

Yo lo hice así… y en la siguiente consulta le pregunté mil cosas sobre el tema 🙂 .

La importancia de la relación médico-paciente

Hay que construirla. Hay que conocerse y eso no se hace del mismo modo en que conocemos a un nuevo grupo de amigos.

Esa relación se construye consulta a consulta a través de un trabajo en equipo: tú, como paciente, debes dejar a un lado los prejuicios de «es muy serio», «no me hace caso» y hacer tu papel de paciente: dale la información que necesita y obtén la que tú necesitas.

Y ya verás, cómo con el tiempo, la relación se construye entre los dos 🙂 . No será una relación de amigos porque sois médico-paciente y no colegas! Pero habrá una relación: cada uno comprenderá mejor el carácter del otro y cómo manejar las situaciones.

A mí me ha llevado 8 años construir una relación con mi médico de Madrid. Ahora empiezo de cero con mi médico de Dubái y he de decir que no empezó con buen pie… pero la cosa va cambiando consulta a consulta, a medida que nos vamos conociendo.

Las relaciones llevan tiempo. Démosle tiempo a una relación que va a ser muy importante en nuestra vida y, del mismo modo que pedimos que no nos juzguen con ligereza, no hagamos lo mismo con los profesionales que nos atienden.

Como en todas partes, habrá médicos malos (Dios sabe que me he topado con unos cuantos!). De esos huimos y listo. A buscar otro. A veces es lo que nos toca… Pero creedme, hay muchos profesionales enooooormes allá afuera. Cada vez más!!

La pregunta es, ¿somos nosotros unos buenos pacientes? 😉

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